







No sigue reglas, no obedece tendencias. Su arte es un impulso indomable que se abre camino desde la inspiración hasta la realidad. Aquí, las ideas no se limitan a un lienzo, sino que exploran nuevos territorios, desafiando lo establecido y dando voz a lo que aún no ha sido dicho.
Después de una sólida trayectoria de más de 30 años en la arquitectura, decidió abrir un nuevo capítulo en su vida profesional y creativa: el de las artes plásticas. Su experiencia en el diseño de espacios, en la composición y el equilibrio visual, se transformó naturalmente en un impulso por explorar formas más libres y expresivas de creación. Así comenzó un viaje profundo hacia la pintura y la ilustración, con la necesidad de seguir imaginando y construyendo, pero ahora desde un lenguaje más íntimo y simbólico.
Su práctica artística abarca técnicas como la pintura al óleo, la pintura vinílica y la ilustración digital. Cada obra es una ventana a su forma de ver el mundo: una mirada que mezcla lo real con lo onírico, lo cotidiano con lo fantástico. El caballo —figura recurrente en su obra— actúa como observador y protagonista, viajando a través de paisajes, culturas y escenarios que representan tanto lugares físicos como estados del alma. Desde su perspectiva, se invita al espectador a contemplar y a cuestionar la relación entre lo visible y lo imaginado.
El arte, para ella, es una prolongación natural del amor por crear. Así como en la arquitectura solía diseñar espacios para ser habitados, hoy da vida a ambientes y escenas que habitan el plano simbólico. Con cada pincelada, trazo o color, construye nuevos mundos nacidos de la sensibilidad, la memoria y la contemplación. Su obra es, en esencia, un puente entre su experiencia profesional, su visión personal del mundo y su deseo constante de seguir construyendo belleza, ahora desde el alma.
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